lunes, 3 de febrero de 2014

Ciegos Navegantes de la Mar Océana

El ciego que dio la vuelta al mundo sin ayuda James Holman viajó a lo largo de toda su vida, la increíble distancia 280000 kilómetros, casi la misma distancia que nos separa de la luna, más de lo que nunca nadie antes de su época había viajado. Ni siquiera gente de la talla de Marco Polo o Alejandro Magno se acercan a esa cifra. De hecho, fue un récord que se mantuvo hasta bien entrado el siglo XX, y lo hizo, increíblemente, a pesar de estar totalmente ciego y sufrir un reumatismo agudo. Cuenta en sus crónicas que a menudo los dolores eran tan fuertes que ni siquiera podía salir de la cama. Luego, cuando sus dolencias mermaban, volvía a levantarse sin ayuda, tomaba su viejo bastón y continuaba recorriendo el mundo. Un tipo impresionante. Este célebre viajero inglés, nació en Exeter en 1786. Fue un niño completamente saludable que nació con una visión perfecta y con la que soñaba viajar por el mundo. Por eso, a la edad de doce años, se unió a la Real Marina Inglesa y zarpó hacia el Atlántico Norte. Se desempeñó allí durante una docena de años llegando a alcanzar con honores el rango de Teniente. Por esa época su labor consistía en patrullar las gélidas aguas de Canadá y Nueva Inglaterra. La vida en el mar era brutal y dependía mucho de la suerte, algo que James Holman no tuvo de su lado. El constante frío y la humedad deterioraron su organismo con pocos años. Sus huesos comenzaron a sufrir dolores misteriosos y muy intensos. El dolor de los pies y los tobillos inflamados comenzaron a atormentarle de tal manera, que un día James ya no pudo caminar. Inservible para la marina, el teniente Holman fue enviado de vuelta a Inglaterra en 1810; prácticamente era un inválido. Tte. James Holman en su juventud Pero lo peor estaba por suceder. Mientras se recuperaba en el balneario de Bath, la vista también le empezó a fallar. No está claro el por qué, pero se deduce tal vez hubo un vínculo con el reumatismo y el escorbuto. De ahí en adelante, su deterioro físico fue rápido y catastrófico. En cuestión de semanas James Holman se quedó sólo, casi completamente paralizado y ciego. Tenía apenas 25 años de edad. A principios del siglo XIX, las personas ciegas eran vistas, a lo sumo, como seres que inspiraban piedad o caridad. A nadie se le ocurriría contratar a un hombre que no podía ver, aunque hubiese sido un destacado marino como Holman. Se esperaba que los ciegos se conformasen con una vida de mendicidad en las calles, y que usaran una venda atada alrededor de sus dañados ojos, para evitar "perturbar" a los sensibles transeúntes. Holman tenía muy claro que no quería vivir así. Él no iba a ser tratado como alguien digno de caridad. En cuanto sus adoloridos huesos se lo permitieron, se levantó de su lecho y empezó a aventurarse solo, aprendiendo a navegar por calles de Londres, guiándose siempre con la punta metálica de su largo bastón. A dondequiera que iba, siempre se presentaba con su impecable uniforme azul de Teniente de la Marina Real, y como parte de un pequeño capricho o vanidad, siempre se negó a usar la venda sobre sus ojos. Por sus años de desempeño en la Marina Real pudo acceder a un beneficio inesperado y logró ser aceptado como Caballero Naval, un cargo honorífico para los navegantes con discapacidad, a quienes se les entregaba una asignación anual (a manera de jubilación) y alojamiento gratis en el Castillo de Windsor, donde la única condición u obligación, era asistir dos veces al día a escuchar misa y rezar por su Rey. Fue en el Castillo de Windsor donde empezó la dura pero necesaria tarea de afinar el resto de sentidos que le ayudarían de ahora en adelante, el oído, el tacto y el olfato. Con ellos, él pensaba, lograría suplir a sus ojos. También se propuso ser un hombre más culto y decidió estudiar. Inscribirse en la Facultad de Medicina de la Universidad de Edimburgo parecía ser una idea descabellada. De hecho, Holman había abandonado la escuela a los doce años de edad porque no le gustaba. Ahora que estaba empecinado con su idea, asistió a clases a pesar de que el sistema braille todavía no se había inventado. Nuevamente demostró su tenacidad y logró completar sus estudios asistiendo a conferencias en varias ocasiones - una vez, dos veces y hasta tres veces - hasta que estaba seguro de haber asimilado toda la información. Poco después, siguiendo el consejo de su médico, James salió de Escocia y partió hacia el Mediterráneo en busca del sol, de un clima más benigno que aplaque el dolor de sus huesos. Claro, lo que su médico tenía en mente era un crucero de placer por el sur de Francia, acompañado de una enfermera y un par de asistentes, pero el modesto presupuesto de Holman no alcanzaba para darse esos lujos porque a duras penas podía mantenerse solo. Pero eso no fue ningún impedimento para el ex marino, de todas formas, cojeando y con su bastón se subió a un ferri de cuarta hasta Calais, y ya en Francia, siguió viajando hacia el sur por tierra completamente solo. Esta, sin duda, fue la mejor decisión de su vida. En su primer viaje, recorrió media Europa y, entre otras cosas, se paseó por el cráter del Vesubio o escalo la cúpula de San Pedro en Roma. En lo que hoy es Guinea Ecuatorial, el gobierno británico bautizó un río con su nombre, en honor a su cruzada contra la trata de esclavos en la región. El naturista Charles Darwin citó los escritos de Holman como una fuente de la flora del Océano Índico, y también admitió que sus descripciones eran maravillosas, pues veía con los pies y no con los ojos; miraba de otra forma. En El viaje del Beagle lo cuenta así: Los siete libros que dedicó a contar sus viajes prestan poca atención a su ceguera y prácticamente cuenta las cosas como si las viese y sólo se lamenta una vez: “A menudo, en lo alto de las cumbres y al atravesar los bosques impenetrables, se me llenaban los ojos de lágrimas. Lo que me emocionaba no era pensar que no podía ver aquello, sino comprender que nunca llegaría a describirlo con exactitud […] todos los sentimientos que me invadían ante tanta grandiosidad y belleza. El trayecto que siguió habría sido un infierno para cualquier hombre sano. Las carreteras de Francia en esa época eran desastrosas, llenas de lodo, baches y trincheras, resultado de tantos años de guerra. En los trayectos que se hacía en autocar, los pasajeros eran hacinados como animales de carga, uno encima de otro; y para completar el panorama, había un inconveniente adicional: Holman no sabía nada de francés. Aún así, lleno de optimismo y amor a la vida, en su cuaderno de viaje escribía: "¡Heme aquí, pues, en Francia, rodeado de un pueblo, para mí, extraño, invisible e incomprensible!" Su salud mejoró notablemente y su espíritu volaba. Era tanta la energía que le proporcionaba la nueva aventura que literalmente se desbordaba en hiperactividad. Hubo algunas veces que en los tramos lentos de la carretera sentía la necesidad de ejercitarse y se le ocurrió una descabellada idea: atar un trozo de cuerda en la parte trasera del autocar y luego correr tras el. El ejercicio lo vigorizaba, se estaba convirtiendo en un típico aventurero. De esa forma James Holman recorrió Francia durante un año, haciendo unas medianas pausas en París, Toulouse y Montpellier. Sin lugar a dudas el Teniente debe haber sido un espectáculo curioso: un ciego inglés de buenos modales, alto, delgado y con su uniforme azul marino, sólo que a su atuendo ahora le había añadido un gran sombrero de paja. James Holman Ya era un experto en manejarse por pueblos y ciudades extrañas guiándose por el tap-tap de su bastón, absorbiendo y analizando, aprendiendo de los sonidos y los olores de las plazas y mercados, sintiendo y descubriendo a cada paso nuevos caminos, iglesias, edificaciones. Siempre el caballero perfecto, las mujeres confiaban rápidamente en él y le dejaban explorar sus rostros con las manos. Holman era un tipo encantador, y aún en su condición de ciego, conservaba su buen ojo para las damas. La gente le preguntaba constantemente que cómo era posible que un hombre ciego pudiese disfrutar del turismo. El les contestaba que su ceguera intensificaba los placeres de viajar. Eso le daba lo que él llamaba "algo más fuerte que la curiosidad", algo que lo obligaba a hacer una pausa y examinar todo profundamente. Después de su aventura por Francia, Holman debió haber regresado a casa, puesto que los Caballeros Navales así como gozaban de privilegios, también tenían obligaciones. Le habían dado el permiso de un año desde el castillo de Windsor, ni un día más. Ahora debía volver para cumplir con el principal deber de un caballero Naval: asistir a la capilla dos veces al día. Pero Holman no estaba hecho para una vida así, el no podía vivir encerrado en un castillo, el necesitaba viajar, cada día quería llegar más lejos, así que en vez de regresar, prefirió avanzar hacia Italia. En Roma, nuestro ciego aventurero se trepó dentro de la cúpula de la Basílica de San Pedro e intentó (sin éxito) pasar por una ventana para salir por el techo. Expulsado del Vaticano, se dirigió a la cima del Vesubio, recordemos que por aquella época el volcán estaba peligrosamente activo. Se convirtió en la primera persona ciega en alcanzar la cima del famoso volcán. Mapa del primer viaje de James Holman En la cercana Nápoles, Holman se encontró con un viejo amigo, también marino, un hombre que en sus cuadernos él lo llama el Sr. C. Este anónimo Sr. C se había vuelto sordo desde que habían servido juntos en el Atlántico y al igual que nuestro personaje, también había desarrollado una gran pasión por los viajes. Así que el ciego y el sordo se unieron y viajaron juntos a través de Suiza, Alemania y los Países Bajos. Fue la primera y única vez que Holman viajó acompañado. Los amigos se separaron en Ámsterdam y fue entonces cuando Holman tomó un ferry de regreso a Gran Bretaña. Había estado fuera más de 700 días y por supuesto, fue sancionado. Fue expulsado del castillo de Windsor por casi un año. Sin embargo, se quedó en Inglaterra sólo el tiempo suficiente para dictar un libro sobre sus aventuras en Europa*, y antes de que sus memorias llegaran a las estanterías, ya se había ido de nuevo. Su reciente paseo por Europa había sido sólo un calentamiento puesto que ahora se había empecinado en lograr una aventura más grande: un circuito completo alrededor del mundo. En la década de 1820, una vuelta completa al mundo entraba en el terreno de la fantasía. Solo unos pocos marineros y comerciantes avezados lo habían hecho, y lógicamente, eso era algo prohibitivo para los viajeros independientes, primero, porque hacerse a la mar siempre ha sido peligroso, segundo, conseguir un buque de vela con tripulación propia, era demasiado caro, y tercero, porque en esa época ese viaje te tomaría el resto de tu vida. Sólo a un loco se le ocurriría que eso era posible, y ese loco era el Teniente James Holman. Holman tenía un plan: reduciría el costo de los viajes por mar, viajando en la medida de lo posible por tierra, en transporte público, durmiendo en hostales y alimentándose en plazas y mercados. Ahora, la única ruta posible para llevar a cabo su plan, era una ruta que nadie antes la había intentado. En lugar de navegar hacia el oeste hacia el Nuevo Mundo, el tendría que empezar por ir hasta el vasto imperio ruso, cruzaría Siberia, y pasaría por el Estrecho de Bering hacia América en algún caritativo barco ballenero. Bueno, ese era su plan. El viaje comenzó bien. Holman llegó en barco a San Petersburgo, a continuación tomó un trineo público a Moscú, pero cuando le comentó a la gente acerca de sus planes de seguir hacia Siberia, nadie se lo creyó. Pensaban que estaba loco. Su determinación era inquebrantable. Compró un carro viejo y contrató un conductor, y abastecido de una buena cantidad de té, de medicina y cuatro barriles de brandy, emprendió su camino hacia las estepas siberianas. El viaje, en sí, fue una experiencia muy desagradable. Pasajero y el conductor no tuvieron nada más que pan duro para comer durante varios días. Una semana se enfrentaron a temperaturas bajo cero, y a la siguiente se encontraban en un pantano, presa de insectos y mosquitos que se dieron un banquete con sus rostros. En cierta ocasión, Holman pudo escuchar un fuerte ruido de cadenas, se dio cuenta de que estaban pasando cerca de una columna de convictos que marchaban condenados al exilio en Siberia. Tres meses y 3500 km después de salir de Moscú, los viajeros llegaron magullados y congelados a Irkutsk, capital de Siberia Oriental. Y allí, después de una cálida bienvenida, Holman fue detenido repentinamente bajo sospecha de espionaje y fue llevado de vuelta hacia Moscú. Poco después apareció un agente de la policía secreta del zar con la orden de escoltar Holman fuera de Rusia. El inglés fue puesto en un trineo y conducido a miles de kilómetros hacia el oeste a una velocidad vertiginosa. No hicieron ninguna parada hasta llegar a Polonia. Fue arrojado en la frontera y obligado a salir de Rusia. Mapa de su fallido segundo viaje que le costó una estadía en Siberia y la expulsión de Rusia Un desconcertado y perplejo Teniente Holman hizo su camino de regreso a casa, llegando sano y salvo en junio de 1824. Había estado fuera dos años y un día. Su vuelta alrededor del mundo había fracasado, pero una buena noticia lo esperaba: su libro se había estado vendiendo como pan caliente y ahora era famoso. Aquel ex marino, llamado ahora "El Viajero Ciego", se había convertido en una celebridad. Después de escribir un segundo best seller sobre su aventura siberiana*, se puso nuevamente en movimiento. Ahora, con las regalías de sus libros ya podía darse el lujo de intentar una vuelta al mundo navegando. Habló con personas influyentes en el castillo de Windsor, les explicó que por motivos de salud debía viajar constantemente a lugares más soleados. Tomando al pie de la letra sus peticiones, le ayudaron a que forme parte de la tripulación de un barco británico que zarpaba hacia África occidental, en aquel entonces conocida como “la tumba del hombre blanco”. Fue enviado en una fragata de la Marina Real que iba a establecer un asentamiento británico en la Isla de Fernando Poo, en la costa oeste de África. A diferencia del resto del continente, se pensaba que esta isla estaba libre de malaria, que tenía un aire limpio refrescado por la brisa ligera del mar. La tripulación esperaba encontrarse con un pequeño paraíso tropical, pero la verdad, es que se encontraron con el infierno. La malaria arrasó rápidamente con los ingleses. De los ciento treinta y cinco hombres que llegaron en la fragata, sólo doce sobrevivieron a la expedición. Sin embargo, y a pesar de la terrible cifra de muertos, Holman transitó por aquella pequeña e infecta isla durante más de un año ayudando a su amigo, el capitán Owen, a construir una base de abastecimiento, y por primera vez tuvo suerte con su salud, pudo salir con vida. Fue en aquella isla donde Holman decidió dejarse crecer una enorme barba, la que mantuvo durante el resto de su vida. Tte. James Holman Poco después logró engancharse en un barco holandés, en el se trasladó a Brasil. A partir de allí comenzó una serie de viajes por mar que por fin realizaron su sueño de dar la vuelta alrededor del mundo. Primero fueron Sudáfrica, Zanzíbar y Mauricio. Luego siguieron Ceilán (actual Sri Lanka), Calcuta y Cantón (ahora Guangzhou). De China se dirigió a Australia, y luego fue a través del Pacífico, rodeando el Cabo de Hornos en la punta austral de América del Sur, regresó a Brasil, y poco después a casa. En Brasil aceptó una invitación para inspeccionar una mina de oro (no se molestó en llevar una linterna). En Sudáfrica aprendió a montar a caballo y se internó en la selva con jóvenes africanos que no hablaban inglés. En Ceilán, participó en una cacería de elefantes. Cruzó Zanzíbar y Tasmania a pie. Y en China le dio unos cuantos toques a una pipa de opio. Pero no todo fue un camino de rosas: en una de sus excursiones fue atacado por un enjambre de avispas, fue arrojado y arrastrado por un caballo, y en varias ocasiones su reumatismo le paralizó. Pero él siempre siguió adelante, con paciencia y tenacidad, y siempre luciendo orgulloso su ya descolorido uniforme naval y en la mano derecha su infaltable compañero de aventuras, su viejo bastón. En sus escritos JH ha dejado testimonios de lo que para él era la vida y sus creencias, de hecho, se refiere en muchas ocasiones a "la protección divina y a lo bondadosa que le resultaba la humanidad”. Tenía sus razones: en cinco años de recorrer el mundo ni una sola vez fue atracado o robado. Este fue su tercer gran viaje, una vuelta al mundo, que empezó viajando de África a Brasil El viajero ciego estuvo de regreso en Inglaterra para 1832 y se puso a trabajar en su tercer libro llamado: "Un viaje alrededor del mundo, incluyendo África, Asia, Australasia, América, desde 1827 hasta 1832”. Pero este nuevo libro no fue tan bien recibido como los anteriores. La novelería de leer a un turista no vidente se había agotando. Nuestro aventurero había pasado de moda, y de alguna manera ahora era visto como un bromista, por decirlo de una forma más acertada, en un charlatán. Pasaron ocho largos años antes de que pudiera viajar de nuevo. En 1840, Holman (ahora de cincuenta y cuatro años), una vez más emprendió solo y con un presupuesto mínimo, esta vez rumbo al Mediterráneo y Oriente Medio. Visitó España, Portugal, Grecia, Turquía, Siria y Tierra Santa. Pasó a través de Libia, Túnez y Egipto. Subió a los Balcanes y cruzó Bosnia, Montenegro y Hungría. Este viaje fue muy largo, estuvo fuera de su patria durante seis años. Ya nadie se acordaba de él cuando regresó, casi todos lo habían olvidado. Esa actitud de los ingleses fue extraña. Según su biógrafo, Jason Roberts, Holman ahora había sumado ya 250000 kilómetros de viajes. Solo, ciego, reumático, sin ningún conocimiento previo de las lenguas nativas y con sus precarios ahorros, había viajado una distancia equivalente de la tierra a la luna. James Holman vivió sus años restantes en el este de Londres, junto a los muelles, en una parte pobre de la ciudad, llena de bares y burdeles marineros. No era el lugar adecuado para un caballero Naval, pero si fue el lugar ideal para un viejo de barba blanca, vagabundo y enfermo, que ahora necesitaba que los sonidos y los olores del mundo vengan a él. El Viajero Ciego murió el 28 de julio de 1857, a los setenta años de edad. Una semana antes de su muerte había terminado su autobiografía, pero ahora ninguna editorial estaba interesada en publicarla. El manuscrito, con el tiempo se perdió. * 1 : El primer libro de Holman se llamó: "La narración de un viaje, realizado entre 1819, 1820 y 1821 , a través de Francia, Italia , Saboya , Suiza, partes de Alemania Bordeando el Rin , Holanda y los Países Bajos" . * 2 : Otro título memorable: "Los viajes a través de Rusia, Siberia, Polonia, Austria, Sajonia, Prusia, y Hannover realizados durante los años 1822, 1823 y 1824, y que comprende una relato del autor mientras fue prisionero del Estado de la parte oriental de Siberia" En los siguientes tres casos, (Sinto Bestard, Hank Dekker y Cozzula), he encontrado muy poca información y la que he encontrado de forma muy sesgada, el caso de Xavier Mandicó y de su entrenador Héctor García, me parece que representa un ejemplo de experiencia muy enriquecedora y que incluso puede animar a algunos ciegos a acercarse a este mundillo sin otra necesidad que no sea la de vivir aventuras en la mar. Noticia del año 2006: Sinto Bestard, que hace dos años logró la travesía al llegar a la Antártida junto con su velero, intentará esta vez repetir la experiencia doblando el Cabo de Hornos, de Este a Oeste, este reconocido navegante de Mallorca, realizará la experiencia junto con su velero “Snooty Fox” de 16 metros de eslora y socio del Real Club Náutico de Palma, emprende este jueves su segunda vuelta al mundo, en esta ocasión doblando el Cabo de Hornos, de este a oeste. El inicio de la travesí¬a, que seguirá más o menos el rumbo de Joshua Slocum (el primer hombre que circunnavegó el globo en solitario) en el año 1898, está pendiente de la puesta a punto del barco, aunque parece que es inminente. Bestard, que a pesar de ser ciego se desenvuelve con total soltura dentro del barco, no se ha marcado una fecha de regreso: "Podrí¬amos estar dos, tres, hasta cuatro años. Nos lo tomaremos con tranquilidad, saboreando cada momento y disfrutando de la navegación". LA TRIPULACIÓN La tripulación del ‘Snooty Fox’, que hace dos años alcanzó la Antártida a vela, está formada en la salida por Miriam Ribas, Ana Jaramilla, Sergio Torres, David Alonso y Pep Morata, además del propio Sinto Bestard, según informa Europa Press. Salvo el armador del barco, ninguno de los tripulantes ha cruzado el océano Atlántico, si bien, según ha aclarado Bestard, todos tienen "sobrada experiencia en navegación". La idea de Sinto Bestard es que la travesí¬a sirva para realizar reportajes y documentales: "Queremos tomar imágenes submarinas y contar cómo es la vida en muchas de las islas donde recalaremos durante la vuelta al mundo". La principal novedad de esta circunnavegación del globo es que doblará el Cabo de Hornos. Sinto conoce esas aguas de su anterior viaje a la Antártida y admite que encierran los mayores peligros del viaje. "Sin duda será el momento más delicado, pero iremos bien preparados para cruzar el canal de Drake; llevaremos toda la información necesaria sobre vientos y corrientes". A la pregunta de por qué una nueva vuelta al mundo, Sinto Bestard ha respondido con un simple pero revelador mensaje: "Mi vida es el mar, estoy mejor entre las olas que en tierra". Sinto tiene 74 años. A los 41, una negligencia medica le dejo totalmente ciego. Dentro de muy pocos días comenzará la gran aventura de su vida, dar la vuelta al mundo en velero y recorrer todas las islas del Atlántico. ¿Cuál es su sitio favorito a la hora de viajar? Me molesta mucho la polución, la concentración de gente y de ruido, los coches, la contaminación... Así que intento buscar lugares poco populosos, tranquilos. ¿Recuerda algún sitio por algo en especial? Hace algunos años estuve en la Antártida, que es un lugar maravilloso que vale la pena conocer. No es algo que se haga todos los días. Hace mucho frío (unos 40 grados bajo cero). ¿Y cómo se lleva eso en un barco? Pues con mucho frío, pero llevamos nuestros trajes polares especiales. El barco está provisto de estufas y calefacciones. ¿Y por qué a la Antártida? ¿Qué le llama la atención de allí? Porque es el lugar más paradisiaco del mundo. Cuando no sopla el viento, sentir el sol sobre tu piel es una bendición. Yo, incluso, me he bañado desnudo. ¡Uy! la experiencia es increíble. Te metes en el agua, pegas dos gritos para que te oigan desde España y te vuelves a salir corriendo. ¿Qué sitio recomendaría especialmente? Las islas Marquesas. Están a 3.000 millas al suroeste de las Galápago. Son una islas enormes, altísimas, con unos colores verdes y rojos que te recuerdan a un cuadro mal pintado. Yo las visité siendo ya ciego, y son una maravilla. ¿Y quién le va a acompañar en su próxima vuelta al mundo? Somos siete tripulantes. Una de mis hijas también vendrá conmigo, aunque en otro barco. ¿Qué es lo que más añora de cuando no era ciego? Nada en especial. Siento que estoy disfrutando de una vida maravillosa. Además, estoy muy enamorado. Pienso que el amor es algo maravilloso y necesario para vivir. BIO Nació en Mallorca hace 74 años. Es ciego total desde los 41. Tiene seis hijos y su web es www.sintolavueltaalmundo.com. Año 1983: Hank Dekker, invidente norteamericano de 42 años, llegó el pasado viernes a Honolulú, Hawai, a bordo de su velero Dark Star, y concluyó la primera travesía a vela y en solitario entre San Francisco y Hawai realizada por un ciego. Dekker, piloto de carreras que perdió la vista a causa de un glaucoma en 1972, zarpó el pasado 27 de julio de San Francisco con su velero de siete metros de eslora. Llegó el pasado viernes, en la fecha que había previsto, al puerto de recreo de Ala Wai, donde le esperaban numerosos admiradores. Utilizó mapas confeccionados en sistema Braille, un compás especialmente diseñado y un ordenador para fijar el rumbo que le hablaba en voz alza para señalarle su posición. Dekker sufrió una avería en la radio del barco a los tres días de zarpar y no pudo dar señales de vida hasta el pasado jueves cuando entró en contacto con un guardacostas gracias a una emisora de corto radio de acción. Dekker comenzó a navegar a vela en 1981 y es propietario de un velero con el que realiza excursiones turísticas en San Francisco. Las autoridades norteamericanas no le autorizan a transportar pasajeros a no ser que vaya a bordo algún otro miembro de la tripulación. Antes de iniciar la travesía dijo que su objetivo era demostrar a las personas que sufren alguna lesión física que la vida no se ha terminado y se puede comenzar un nuevo oficio o, incluso, navegar a vela. • Año 1993: Con una brújula y mapas especiales elaborados en el sistema Braille, un navegante ciego está desafiando el Océano Atlántico en una travesía sin precedentes desde Baltimore, en la costa este de Estados Unidos, hasta el puerto inglés de Plymouth. Hank Dekker, de 58 años, ex piloto de rallye, no vidente desde los 20 años, partió hace unos días de Baltimore saludado por un centenar de personas, muchos de los cuales también eran invidentes. Si todo marcha bien, Dekker debe emplear 23 días para completar las 3.400 millas de la travesía y divisar tierra. Así sería registrado por el libro Guiness de los récords, como el primer ciego que atravesó el Atlántico en soledad. Un navegante ciego en el WRC Cozzula y Trevisin en la llegada del 2005 El italiano es ciego en un 90% y culminó en la edición 2005 en la 25ta. posición navegando a Fabio Frisiero. Este año su piloto será Franceso Trevisin. El binomio integrará el equipo Motoring Club, al que también pertencen Mirco y Loris Baldacci en el campeonato 2007 de P-WRC y en el pasado estuvieron Mikko Hirvonen y Jari-Matti Latvala antes de ingresar a los equipos oficiales. A pesar de no ver, Cozzula tiene amplia experiencia como navegante y emplea mapas y hojas de ruta especialmente hechas en sistema braille. Entrevista a Héctor García, monitor de surf Déborah M. Labrador (Portal Discapnet. Octubre 2010) Hace unas semanas el nombre de Xavier Mandicó saltó a los periódicos. Se trata de un joven catalán con discapacidad visual, al que le encanta vivir su vida a tope. Xavier practica varios deportes, en especial el Windsurf, algo que con su discapacidad nos hace preguntarnos cómo lo hace y quién ha estado a su lado, para embarcarse en la practica de este deporte. Héctor García es su monitor. Tienen su escuela en Tarifa (Cádiz), y desde allí le apoyarán en su sueño de cruzar el Estrecho practicando ese deporte. Hemos hablado con Héctor García, el monitor de Xavier, para saber un poco más sobre esta relación profesor - alumno y cuáles son las claves para practicar este deporte. ¿Tras la llegada de Xavier, se han animado otras personas con discapacidad a prepararse en vuestra escuela de surf? De momento no. A raíz de la noticia hemos tenido una entrevista con una agencia de viajes que se dedica a vender paquetes vacacionales y de aventura a personas con discapacidad. Como monitor, el paso que debo hacer ahora es encontrar un voluntario con discapacidad visual o ceguera para ver realmente si estoy listo para formar a alguien con esa discapacidad. El método, materiales y medios los tenemos listos en Surf Center Tarifa. ¿Qué es lo más difícil para Xavier a la hora de practicar su deporte? Quizás que las infraestructuras no están preparadas para personas con discapacidad, no esperas un cliente ciego en una escuela náutica, ¿no?, habrá que replanteárselo. ¿Qué indicaciones le das a la hora de entrar en el agua y practicar su deporte en el mar? (he leído que le ibas dando indicaciones por auricular) Usamos emisoras de radio con fundas estancas Aquapac, y las indicaciones en tierra son de dirección, intensidad de vientos y mar, bañistas, zonas de peligro, además comentamos el parte meteorológico por si durante la practica esperamos un cambio repentino de condiciones... todo enfocado a la seguridad del navegante y su entorno, por supuesto avisamos a los otros navegantes que hay una persona ciega (bien identificada) en el agua. Una vez en el agua vamos practicando maniobras, corregimos y resolvemos las dudas en el momento mediante las radios. Sobre su reto de cruzar el Estrecho, ¿qué piensas? Está preparado, y creo que será una bonita aventura, espero que durante su estancia tengamos buen parte meteorológico para realizar el cruce, no con cualquier viento se puede. He visto en vuestra web esta frase: “todos podemos aprender windsurf”, ¿de veras lo crees? ¿qué se necesita? El futuro navegante debe saber nadar, en condiciones de mar rizada, no es lo mismo que nadar en una piscina. Si puede nadar con más oleaje, entonces muy posiblemente podamos enseñarle. ¿Qué preparación especial creéis ha de tener un monitor para enseñar a personas con algún tipo de discapacidad? Paciencia y experiencia como monitor, no sabes las dificultades que te vas a encontrar, y desde luego la formación específica para cada tipo de discapacidad, en el caso de personas ciegas es necesario saber las bases para guiarle o para una persona sorda el lenguaje de signos... ¿Os atrevéis a formar a personas con otras discapacidades físicas? Si, aunque hay que estudiar cada caso y el proceso puede ser largo, nos gustan los retos. Gracias por tu tiempo, y mucha suerte en este reto.

viernes, 31 de enero de 2014

Último capítulo del Barcia

Hola a todos, he estado un poco distraído y creo que no es justo dejar sin relatar el último capítulo del Barcia, así que os relataré según mi visión subjetiva lo acontecido en este tiempo. Todos los que habéis leído los post anteriores sabréis lo ilusionado que estaba con el advenimiento de Dani a la propuesta de crear un grupo para hacernos cargo del bicharraco, la cosa estuvo así durante un tiempo hasta que por fin se concertó una cita con la administración del puerto a la que Dani acudió con óptimos resultados, tanto es así que a partir de este momento Dani me dijo que él prefería hacerse cargo del barco como propietario único, a mi me dio pena esta decisión por quedarme excluido mas la respeté totalmente dado que al no haber logrado convocar un grupo, no se puede considerar que se me estuviera relegando la oportunidad, entendí que esto es preferible para la supervivencia de la nave antes que nada, no obstante Dani sabe que si cambia de opinión puede contar conmigo, en cierto modo fué una liberación pero ya sabéis: el que no se consuela es porque no quiere, más adelante me escribió la anterior propietaria comentándome todo el proceso por el que había pasado y advirtiéndome de sus peligros, aquí os transcribo algunos segmentos: Nosotros también intentamos que fuera un bonito proyecto compartido por muchos; yo soy conservadora e historiadora de arte por lo que la sala de exposiciones y conferencias era una idea mía que pretendía hacer realidad. Fue un gran esfuerzo sacar "toda la mierda" que el barco tenía después de años de abandono (cuatro meses sacando lodo lleno de grasa de las sentinas a mano) y comenzar a recuperarlo para llegar a lo que un día parecía una esperanza que después pudo con nosotros desde todos los puntos de vista. Entiendo vuestras ilusiones, sueños, etc, me son muy familiares.... pero se necesita algo más que eso para sacar adelante un "bicho" como el Carmen Barcia y aunque suene sórdido y la típica canción, a no ser que seas millonario o te apoye alguna institución, te puedes ir olvidando de hacerlo por ti mismo o con un grupillo de gente. Es demasiado barco para solo unos pocos. Cuando termines la popa, se estará deteriorando ya la proa y así sucesivamente, por no hablar de todo lo que se ha destrozado durante todos estos años que lleva parado. Tú mismo, si quieres un consejo de alguien que estuvo profundamente enamorada del Carmen Barcia, búscate algo más pequeño y accesible..... si no acabará contigo antes de que puedas hacer algo para remediarlo. Ahora en el estado en el que se encuentra, honestamente, es mejor dejarlo morir con dignidad antes de que un temporal lo destroze en el puerto. No se quien es esa persona que se está haciendo cargo de él, pero y aunque suene superficial y frío, si no le respaldan con capital no tiene nada que hacer, absolutamente nada,e incluso con eso es también alto difícil. Espero, no obstante que consigas tu sueño con otro barco más accesible y puedas dar la vuelta al mundo navegando...un maravilloso modo de disfrutar de la vida. Un abrazo, Belén. Yo personalmente no hago una valoración tan taxativa, creo que el punto de partida no es el mismo en que se encontró ella el barco, una lástima porque de haber lo encontrado en el estado en que se encuentra ahora, tal vez hubiera podido completar su objetivo, realmente no lo sabemos, el caso es que después de dejar de participar en el proyecto pero manteniendo una excelente relación con Dani, han ido apareciendo varios cofrades que han mostrado gran interés, Lorenzo, Marina y Celestino, de Galicia, Cartagena y Uruguayo residente en Málaga, se apenaron al saber ya prescrito el proyecto mas están abiertos a confluir a la siguiente oportunidad, a día de hoy no se han hecho labores de restauración, conozco las dificultades personales que atraviesa Dani y desde aquí le deseo mucha suerte, hay una página de Factbook para apuntarse a colaborar, informarse y participar en el proyecto. Ahora hay otras cosas que contar y este blog será en lo sucesivo mi cuaderno de bitácora, aquí os iré contando mis peripecias, hay pa contar lo que pasa es que a veces da pereza ponerse a escribir, en los próximos post os contaré mis aventuras con el Gitánic-VI por el Mar Menor, asistiréis a un naufragio en el mismo muelle y os hablaré de mis chanchullos para conseguir un punto de amarre barato y para que me regalen un velero abandonado, también habrá una parte tecnológica en la que os contaré de los inventos que estoy desarrollando para la navegación de los ciegos, algo de bricobarco, trucos para estar en puerto gratis, ¿cómo hacerle papeles a un barco?, el tira y afloja que llevo con la federación de vela para que me miren por todas partes como darme un título y un largo etcétera, un beso a todos y haber si consigo gestionar el blog para que podais colgar comentarios, un abrazote para todos.